martes, 30 de abril de 2013

Todo mezclado como el perfume con el ron


Tengo ganas de contarle cuentos a mis hijos imaginarios, a la vez que bebo la cerveza y escucho poesía. Recuerdo un paseo por Madrid, Noviembre junto a mi hermano mediano y mi madre, recuerdo que iba en el metro y una señora me dijo debes tener unos ventitantos, asentí con la cabeza mientas sonreí, me siguió mirando y me dijo: estupenda raya del ojo te haces, muy marcada, yo de joven me la hacía más acentuada pero ahora con esto de la edad (debía estar cerca de los 60) no queda bien y me miran, he optado por hacérmela en colores claros, azules verdes [...]
Mi imaginación podría alcanzar a verme en una habitación llena de atrapa-sueños con algún hijo en la cuna, y sin embargo no puedo imaginar verme sin mi raya del ojo negro, ni cambiando los colores en mi lapicero, por mucho que me guste el mar las rayas azules no van con estas pestañas rizadas....

Últimamente imagino mucho sentada en unas ramblas catalanas, últimamente se me contrae el corazón aún sin estar embarazada, creo que todo ello se debe a que estoy viviendo, y cuando digo viviendo supongo que me refiero a que estoy estallando las piñatas de vida mientras me peino las puntas rubias al viento.
Las calles llenas de señales liosas, las sábanas llenas de la inocencia perdida, las paredes llenas de zapatos rotos, la cocina que grita en modo eco los lamentos no cocinados. Me observo desde fuera, y duro un solo minuto, el eco me persigue desde la cocina y me vuelvo a meter en mi. ¿En serio voy a tener que renunciar a mi raya negra pronunciada?

Encima de mi, anda la vida y llueve, llueve mucho. En los periódicos dicen que es finales de Abril, yo creo que todo es una estrategia de Marte para que durmamos aturdidos. Pocos argumentos me quedan para quedarme en esta cuadrícula ya rallada de negro y fondo blanco.

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