jueves, 5 de junio de 2014

Fue Mayo


Me han invitado a un baile y he dicho que sí, la niña de aquí adentro quiere bailar, y me entra la risa, cómo si yo supiese vivir de otra manera pienso, pero me entra la risa por el cuello, y la luz por la memoria de los ojos ajenos que quisieran olvidarse de algún vuelo perdido. Deberíamos decirnos más lo guapos que estamos cuando miramos al suelo y vemos el cielo, debería ponerme más ese vestido rojo y decirte que la curiosidad más bonita siempre está a punto de pasar cuando me pasas por encima.

Se han perdido muchas almas en ese momento de querer encontrarse, se han unido ríos de diferentes océanos en el momento en el que encontrar no se convierte en poseer sino en ser poseído. Se han enganchado bocas con el mejor revés dejando atrás lo amargo de corazones limón. Sigue mi verdad universal sin aparecer y ¡qué bien!, porque mientras, estoy viendo a un mundo ser mundo, a unos ojos oscuros ser la claridad y a mi recobrar lo que nunca quise pedirme por miedo a que el sol volviese a quemar.

Sabía que algún día las manchas de la alfombra se borrarían, porque si una cosa tengo clara es que las manchas no son heridas, y las heridas no son balas, porque quien te apunta con balas es porque algún día fue también ala, y claro, las manchas se borran, las balas se descomponen y las heridas te hacen esperar con la boca abierta un agua que se parezca al ruido que hace tu sonido preferido.
He visto dragones negros siendo palomas blancas, y a mi imaginación enloquecer de amor por lo que no sabía que estaba por llegar, como si estar y llegar fuera tan fácil.

Podéis comeros vuestra soberbia en la fiesta de bufones a la que habéis sido invitados, y no es insulto sino reflexión en alto, me quedaré en la ventana mirando como nos está pasando la vida, como me siento encima de ella, con los pies colgando hacia la galaxia en la que creo, imaginándome siempre imperfecta.
Hay quien espera eternamente esa invitación al lugar donde se queman los destrozos, como si el amor fuera quemar ropa pasada y comprar un armario nuevo, yo mientras veo como me devuelven el mar, sin botellas, natural, con su orilla y su marejada, con su infancia y su madurez, con la piel, porque el mar tiene mucha piel. Podríamos llamarnos mar antes de amor, e independencia antes que experiencia.

Ayer me dijeron en infinitivo que el dolor también tiene adrenalina, y yo me imaginé a un pecho explotando y recomponiéndose a la vez, como ese momento en el que la disciplina se vuelve coraje y el coraje caricia, y te bebes el mejor sorbo de todos, el de la perspectiva, esa que amenaza al futuro con muchos grados de presente.
Volvéis a tachar de intensos a los que entre líneas miran más acá, y digo acá porque antes de mirar hacia allá hay que mirar desde dentro, supongo que tachar solo hace que queramos seguir leyendo lo que hay debajo:

Hablo de ti conmigo,
que no es más que yo diciendo la verdad,
y de mi madre y sus ojos,
hablo de mi hermana y su amor,
siempre de mi padre y su risa,
de mi hermano y su abrazo,
de ellos en el bar,
de ti en pasado,
del mediterráneo sin medida,
de los que miran arriba,
de los que piensan en bajo,
hablo de mi alma de los 40,
y sus fotos arrugadas,
de enterrar cosas que no cosmos,
hablo de las personas que somos cuando nos dejamos ser,
me visto en viajes y pienso en costas,
nado fuerte cuando lloro,
y hablo siempre hablo.

Candado y mar adentro,
mira como hablan rápido desde el espacio,
mira como camino lento por aquí adentro,
exhala y provoca,
esta es mi órbita sacando tu lodo,
baja la marea y salta,
háblame bajo cariño que el mundo está sordo