viernes, 14 de diciembre de 2012

con tanta corriente, despístate y ¡quédate un rato!

Duele creer en lo incierto como futuro, penitente de tu locura entre mis dientes.
No quiero más excusas de carbón, de Navidad, de verdades que mienten, y me gusta cuando hablas porque  escupes la vida que un día te maltrato.
¡Y vuelves! y cierras mi mente, una exclamación sin guión que me retuerce a voces sin enlaces pertinentes.
¡Y sabes! y me duermo con las gafas de no verte para volver a imaginarme contigo, y me envuelvo en barras de bares y lío con rubias cervezas porque me gusta la espuma y el centrifugado de mi alma cuando llego a casa y te escribo entre mis valientes.

La eternidad de ubicarte entre mis papales, mi seguridad costeada a base de tus miedos colapsados por daños del pasado, mi presente invitándote a la locura de una vida de expresión y ¡valor el que tú quieras darle! Y sal de ese cuadro negro, introdúcete en mi cama de uno y revolotea con un futuro incierto creyendo en la secuencia de dos manos en un corazón.

A veces huelo a alcohol y me dan sobredosis de azúcar con tanto ron, pero muestro las descargas de mi corazón los domingos en el balcón, y a las 5 adelanto la noche para destilarme contigo...
Siendo como un lápiz sin goma para no borrar ningún cuento que ya a estas alturas te habré cantado unas veintidós veces. ¡Parpadea! aquí voy con una canción de amor y el corazón envuelto en años.