jueves, 17 de julio de 2014

La cronología de un vuelo


No veo de lejos, tengo miopía, por eso imagino tanto, soy capaz de ver una cordillera en la última estantería del supermercado, soy capaz de imaginarme cosas tan cerca que casi las rozo, creo que me hago pequeña por dentro a medida que me hago mayor, como si ascender descendiendo se pudiera.

Hay momentos en la vida en los que decidimos ser racionales, aunque solo sea por unos minutos, tocar la gloria del razonamiento como si ningún daño tuviese poder, mente y mirada, mirada y miento, la miopía me permite verme de lejos, imaginándome incierta en la mirada de alguien que se cree acierto, me pasa a veces que observo mi sombra bailando y mirando el cielo, reuniendo a pájaros que se creen perdidos con el único afán de perderse entre ellos. 

Creo en la vida como creo en el café, creí a ciencia ciega para poder dejar de ver, y me toco por dentro cuando por fuera algo quema, y creo en la vida me repito, porque nunca he dejado de ver. Tenemos la capacidad de intuirnos volando con otros pájaros, tenemos la suerte de saber que los muros son imaginarios, que el que vuela como una ola siente como un loco, y no pretendas escuchar mis ladridos porque yo prefiero llorar en algún nido con rima sin sentido.

Imaginarme imperfecta en los brazos del que mira al cielo primero y después a mi, me parece humano sin verso complicado, somos almas con partículas conectoras, con pentagramas pintados de música azul, con razonamientos cortos y esperanzas largas. No le tengo miedo a los balcones colgantes porque en él habitan las almas de otros que siempre llevo en mi ser, a ellos nunca los despedí, pero sí los recé, por la creencia interior de que una flauta tenga más poder que un arma, por ese rezo que implora pero no invoca en vano, nunca lineal, pero siempre leal. 

jueves, 10 de julio de 2014

Mi visado en tu cartera




Decidimos rescatarnos cuando el aire que bebemos es salado, decidimos rescatarnos cuando delante quedan conjugaciones a medias, con una carrera y las medias en las piernas de otra. 
Y aplaudo por no llorarte, y por no beberte y quedarme vacía del pasado que sigue siendo, y te nombro en nombre de la rabia, que no es tuya ni mía sino de lo que fuimos. 
La misma inicial me hace devolver las mariposas secas que quedaron del ayer, y no te rías de la desgracia de este jardín muerto porque tú duermes en una urna de cristal haciendo el mismo recorrido para no empañarte. 
No es esto un ataque a aquel Abril, ni a las vacaciones que se nos quedaron a medio hacer, solo es una torre derrumbada, de arena claro, no es una huida, ni un himno, es una alegría pero de dieciséis letras, no es un plagio de lo que fuimos, ni una sospecha intensa de lo que pudimos ser, porque fuimos, y claro, te pienso y te vas, como esos misiles amantes del 66. 

Nací tardía porque pronto ya se había llorado mucho, me quedo aún en la plaza imaginando que tus manos largas puntean las nubes que quedan a medio hacer, a medio estallar, te imagino más de lo que debería como si ya te hubiese enterrado en mis vacaciones mentales. Sé que podrías saltar el muro de Berlín con un acorde, y orar bailando desde lo alto de un cubata, se también que eres ese pie de página que me da miedo, en negrita, bajando el telón por el temor a mi otro yo.

La prisa de mis deseos siempre traicionan a las puertas que dejé barnizadas para no abrirlas más, pero vuelvo a coger ese llavero semilla que me germina, que me come hasta el hueso, y vuelvo a soñar con aviones polares apunto de hacer las paces con mi techo de viento. Chirrían tus murallas cuando me ven acercarme, chirrían mis esperas de polvo, pero ya sabes que hemos dormido sobre cenizas grises siendo color, y es que hemos dormido siendo el refugio de esos pájaros de Manolo, y no pasa nada me digo, y me sigues pasando entre víspera y víspera, como el mejor oficio astral.

Me arrugo por el agua y por la luz, por el infinito que siento a veces tranquila y por las neveras que nos quedan por abrir, porque el dolor cuando se sufre paciente es creciente y no hiriente, y lleno de ies todo el futuro por no ponerle comas de sutura ni risas de desesperación, no sé si estarás en la barra del bar con tus tatuajes multicolor, o llamándote sincera frente al mismo espejo que nos vio ser inmortales, no debería olvidarte nunca, porque a lo ancho has sido el río de esa isla que tanto imaginabas desnuda, y no debería olvidarte porque me perdería herida por alguna pena mañanera traicionando a mis noches de cohetes, a mi archipiélago en forma de dado sumando siempre tus vértices, mis hélices. No es la sombra lo que me hace recordarte sino el vacío que nunca existe cuando redondeo la cicatriz del sur corporal que me hiciste mirando al horizonte, no es el incendio de un desenlace sino la trama de mi desarrollo, he quemado las cenefas de mi cama y me he vuelto a imaginar lila en Octubre entre azules y gargantas agrietadas, he vuelto a volver, ha vuelto a pasar.