miércoles, 29 de enero de 2014

Viento

Vuelve a quemarme todo aquello que un día quedo bajo las aguas de un vaso del que yo no bebí. Vuelven a quemarme las manos de quien me tocó despacio porque rápido tenía que correr hacia alguien. Vuelvo en versiones diferentes agarrada a los palos que me llevé por no agarrarme a nada. Vuelve su boca a conjugar con todas esas amarguras que el viento de mi ciudad decidió no llevarse.
Con la garra que me ata a todas esas costuras que me estiran los hilos y me hacen sangrar, con las máquinas del tiempo que se congelaron al no verte entrar más en mi habitación. Rompí con aquello que me rompió en trocitos de dos, no creyendo yo en las mitades más que en las de tu boca cuando callan y me dicen todo. Se fueron como los que nos dejaron, se fueron para no irse nunca, y sigo llorando a mis muertos, y a los vivos que parcen estar sin querer. Subí a lo más alto del norte para seguir volando con las alas que me regalaron en el sur, y aquí abajo parece no haberse ido nadie, solo yo cuando tú te vas.

No estuve alerta, ni atenta, nisiquiera estuve a la espera, porque mucho antes tú ya habías llegado para quedarte ssiempre e irte cuando yo frenara todas las velocidades que vomité mientras tú no mirabas. Llegué borracha a casa más veces de las que vacié mis maletas en uno de esos vuelos clandestinos con coordenadas y destino difuminado. Y parece el aire correr más rápido que el agua y parece el agua ahogarme y entregarme toda esa ropa que pensé no necesitar.

Y el amor y el desamor de una historia ilógica ¡menos mal!, de una historia que me grita puntos y resta comas. Miro al cielo más que nunca, papá volvió a donde yo soy sin más, él y su recuerdo, ella y el pulso que no ganamos, yo y todas las conjugaciones que no quise conjugar por miedo a no ser el infinitivo final.