miércoles, 30 de abril de 2014

Enciende la luz, estas son mis causas.

Anoche he vuelto a dardos íntimos como una reincidente de puntillas
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Hay personas que solo pertenecen a ellas mismas me dije hace dos noches, hay caprichos de la vida en forma de nichos, y no me vengáis con que la escritura como desahogue es una manguera dramática de soltarlo todo a presión, porque no. Hay quien prefiere hurgar en yagas que no habían sido creadas con actos, otros prefieren tomar el control de barcos para llevarlos a islas imaginarias y ahí ahogarlos con fuego, porque esa es otra, el fuego ahoga cuando no quema.
Te voy a soltar como el pelo rubio que a veces cojo de cuerda, te voy a soltar como todo lo que se suelta en el aire y sin avisar, te voy a soltar como quien arroja un desierto en un océano, sin hacer daño, como tú me soltaste cariño.

La era de las posturas encontradas, la era del ego y las defensas bajas, la era del 'eso era lo que éramos', y otras formas de errar. He sido lo que he sentido, con la cabeza alta y baja tras las sábanas, he sido en conjunto y en disyuntivo, he sido infinita pero sin dudas, y con la boca bien cerrada te digo que he sido una curva accidentada que ha recuperado 7 vidas, sin arañar, con viento y comprensiva, he ahí el problema del miedo, querer comprender lo que ya se fue, pero gracias que el golpe no avisa y que terminas por entender que la comprensión no cura, que la empatía puede terminar por caerte mal y que al viento marítimo no lo mete nadie en vereda, ni quiero.

No me avergüenzo de reconocer que fui una ciega ante el pánico, ni que caí antes que el caos, pero me levanto antes que el amanecer sin exigirle a ningún alma que me acune al anochecer, porque primero hay que mecer a los últimos días, que son los que sangran y sonríen a la vez. Rezarle a los prólogos de mi vida imaginaria, que no por ella inferior, explotar para dentro de amor y sacarlo en forma de ballet ruso, sin víctimas sin aire de por medio.
La altanería, las continuas exigencias de quien no es capaz ni de sonreírle al aire, el tono pedante de quien no anda, las malas miradas del envidioso, la soberbia de quien habla de más en los bares del silencio, los sucios prejuicios del incrédulo y los focos apuntando como balas a todo aquel que no piensa como vosotros, basta ya de tanto cuchillo en forma de cuchara que corta la lengua, dejaros llevar, caer si es necesario, pero no me vendáis vuestra comprensión hacia quien quiere tenerlo todo bajo control, con una regla y una escuadra en el bolsillo triangular de su vacío, ni hacia los de arriba que nos aprietan para asustarnos creyendo que hay alguien aquí abajo, llamándonos clase media sin saber por qué muerto lloramos o por qué vivo reímos:

Comprensiva
y también herida,
por haberte tenido pero ya no,
pero feliz de haber sido,
que no siendo sin más.

La república de mi plaza interior te despide,
sin incentivos ni olvidos,
como una madre en un aeropuerto,
como un compañero que flota en el cielo,
fuimos el viernes perfecto
y el jueves universitario que termina demasiado borracho,
no pasa nada,
compraré flores
y me haré coletas altas,
ya sabes
como lo que quisiera ser pero sin querer.

Sin ser travesía voy a atreverme
a cruzar la llama de este viento,
muerde fuerte,
pido paso,
sigue siendo enigma pero no conmigo,
ten hambre pero no de mi,
yo lo lloro a solas,
con la corriente debajo de mi cama,
me has sacado la tormenta al escenario,
¡te dedico la función, bajo el telón!
   


jueves, 3 de abril de 2014

Hoy llueve

Son las 5 de la tarde, aquí adentro llueve sin parar, lo de ahí afuera es solo humedad. Tengo las manos nerviosas, nerviosas de pensar, lloro pensando en alguien y vuelve a llover, sin paraguas, sin capucha, sin necesidad.
No quiero hablar, quiero estallar, canaliza me digo, canalizalo todo por ese río que llevas dentro, pero hoy no tengo ganas, hoy no quiero razonarlo y analizarlo todo para quedar como la chica que comprende a todos mientras ella llueve fuerte alrededor de sus charcos.

No me va el drama, ni las explosiones de dolor gratuitas, y hoy siento que sino siento estallo. Anoche volví a soñar con ellos, sobretodo con uno, volvía mi abuelo aparecerse en el sueño con gafas grandes y ropa a juego, me miraba desde una silla y yo tenía mucho miedo, abría los ojos, sabía que había sido un sueño, los cerraba y ahí seguía, no se iba, como mi miedo de pensar que estaba viendo a alguien que ya se fue.
He comprendido que lo que duele no es el hecho, sino el temor a sentirte paralizada, ese momento en el que empiezas a ver todos tus adoquines pintados de un color que tú no elegiste, y es como si cayera pintura del cielo y empapara aceras, pasarelas y escaleras, esas que te tenían en el cielo si apretabas un botón. Te sientes pequeña, intentas controlar las ganas de caer y piensas que todo irá bien, pero el golpe te sienta como una bocanada de nieve caliente.

Supongo que todo esto es como un bofetón bajo el agua, como un vendaval en las dunas, como una caída pero subiendo. Las cuerdas esta vez no están desechas, solo ha sido el golpe que te tambalea, pero nadie dijo que ser trapecista en una cuerda rosa fuera fácil. Hoy no me siento bien, estoy esperando a que me rebobinen como aquellas cintas viejas de infancia, a que guarden un trocito al final para grabar la mejor escena, que esto solo sea una toma falsa que te lleve a lo verdadero, que lo verdadero sea lo despacio que quizás haya que saltar, sin saber cómo se salta despacio desde el espacio, pero con la seguridad de que la realidad con dosis de calma puede ser una cuna, o una cama, o una vida a la par.