martes, 31 de julio de 2012

sirenas psicodélicas entre el ayer y hoy


Las miradas de desahogo afligidas son un símbolo de que la vida pasa tan rápida pero tan lenta...
Rápido pasaron los años de inocencia y evasión ante un mundo corrompido por el egoísmo intrínseco, lento pasaron los años desde una foto a otra. 
Te das cuenta que has crecido cuando miras a uno de tus mayores y ves en ellos los años, en cada arruga de su piel, tu niñez. 
Programados todos para vivir al paso de lo que se nos vaya interponiendo en el camino, lidiando con llanuras o montañas, se dice que el humano puede soportar toda clase de dolor emocional incluso escuchar como el corazón se parte a trozos mientras alguien de fondo hace un acústico con la guitarra.

Nuestra conciencia de rápido lento se ve embaucada por versos y besos, por caricias y pálpitos, enlazados permanentemente a la impaciencia prematura del querer SER. La memoria es de carácter esdrújula una vez te agudizan el corazón sin ton ni son. El afecto y la experiencia de saber recordar que lo que pase formara parte de nuestra vida hasta llegar a la asfixia. Desde aquel bar que te hizo mujer, a aquellas fotografías guardadas en cajas de todos y manos de nadie, pasando por la sensación de llanto que un día tuviste bajo un escritorio de madera que otros crearon para ti. 

Y sentí y viví : los impulsos de lo irracional y la habilidad de ser imperfectos, las flechas que no entran en sus arcos y el poeta que posa como un pájaro, todo ello mientras volví a vivir sintiendo que los vínculos se refuerzan con el afecto hacia un mundo de antiguos y nuevos, y que mi alfabeto es la lluvia que moja lo llorado creando consuelo. Se puede escribir con el viento, rodear una esquina o tejer un cielo, puedes responderme con otro verso mientras acomodas tu rincón de soledad, si es así , yo estaré vaciando el bar para que suene nuestra pieza preferida con dos copas de coñac, pasa, entra, te invito de nuevo a ignorar... 

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