Por esas irrazonables ganas de
gritarle al mundo que el invierno cobija las miedos y los apacigua con la
calefacción. Ahora ha llegado el sol y quizás no me encontraba preparada
para ello, quizás no me encontraba preparada para afrontar estos miedos
desconocidos.
El sol ha puesto en bandeja todas
esas emociones irrevocables llenas de celofán y matices en blancos y negros. Ha
puesto acordes de pianos e ilusiones efímeras dentro de neveras aún congeladas,
aún vacías.
Es esto de explotar como pequeños big bangs , punzándome los ojos con una mano de verano y otra mano de invierno.
Y ahora qué va a pasar después de
abrir las ventanas y quitar las sábanas de un enero que sigue siendo en mis
manos pequeñas y llenas de lazos.
He echado de menos en cada
resquicio de mi habitación, he llorado en la ducha mientras creí que me ahogaba
de pena, he sido estudiante, hermana, hija, pareja, amiga…. He sido alma
nocturna haciéndole un torniquete a esta realidad desaprendida.
Antes, aquel antes en que todo
seguía una línea, en la que nos era fácil entregar todo lo que no éramos a
otros a los que les sobraba ser. He caminado sola por calles frías expulsando
ideologías, sentimientos habituales y falacias simples. No me conformo con
simplemente estar, soy de esos corazones que tienen que expulsar en forma de
vomito la pasión diaria, de esos corazones que han nacido en el calor pero que
han aprendido a vivir bajo los eneros fríos que hacen crecer, reventar de
añoranza y melancólica en niveles expertos.
Anoche después de las cervezas
que no me tome me imagine caminando por el agua y llegando a casa sin avisar,
con una sola maleta y un par de hojas vacías, me imagine despertándome en mi
cama y llorando todo lo que no he llorado por sostenerme a mi misma y no decaer
en este abismo donde la nieve blanca te ciega y de deja bucólica, muy
bucólica.
La tristeza me invito a meterme
bajo la almohada y recoger todos esos cristalitos del alma, esta vez decidí
hacerle caso y desafiar la existencia de un sufrimiento sórdido. Mire hacia el cielo diurno y ardieron de
nuevo todas esas descripciones del amor y las emociones indescriptibles, me mire
a mi mientras notaba que volvía a caminar por el mar camino a mi piso de
estudiante, muy lejos de casa, lejos de las noches de belleza sublimes donde
las manos que me han calmado se describen con la existencia de una experiencia.
Fanática de unas emociones,
armando revuelo en mi interior, siniestrando mis lloros... Despedidas incompletas
que vuelan en aviones, líneas transitorias de episodios nunca descritos.
Derechas con tatuajes e izquierdas con nubes haciendo frente al bullicio
de un río callado que habla demasiado.
Violetas amarillas para corazones
pendientes que se posan en vuelos clandestinos llenos de granizo, en un Junio acongojado
de palabras. Rostros a las afueras de la ciudad, con ellos un malestar por los
cielos desteñidos, por los pasos de los viajeros que vienen y se van, que
duermen y sueñan despiertos…
Cojamos impulso y balanceémonos
sobre líneas que se escriben en cuestas, sobre cuestas que nos muestran el
horizonte.
Sigue cogiendo impulso y no sufras... el sol trae más bueno que malo, siempre ;)
ResponderEliminarLas sensaciones a flor de piel leyendo e imaginando (o quizás recordando...) lo que describes.
El sol a veces ciega, pero siempre es bueno. :) Saludos Javi.
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