sábado, 25 de mayo de 2013

Precipicios y mucho viento


No sé dónde habita la necedad de saber cuando hacemos mal y cuando hacemos bien. Veo que el mundo se ahoga, se seca, mientras yo me ahogo en conciertos de lluvia al terminar el orgasmo primaveral. Intuyo que alguien se ha cruzado en mi camino para guardar las espadas de la cocina y sacar los calcetines de la bañera, tengo que reconocer que no creo en las líneas rectas, prefiero pensar que el cielo está lleno de sogas   que a veces te aprietan por dejar de lado las composiciones versátiles de un amor sin hache. A veces estoy atenta a mi misma y parece que alguien muerto me ha dado vida, que las calles estrechas me llenan de libertad y que los patios interiores son como las bragas descocidas.

Te tuve, te sostuve y te imagino,
casi siempre nos veo levitar en el vació
y así me río de mi universo desconocido.
Fui yo que me subí al tren mientras el sol
se iba sin más, con todo lo demás,
y aquí estoy en la estación del hoy
programando como ubicarte en en el ayer.

Una radio, un también y unas horas colgadas,
una rabia en pedazos por el baño, un capaz.
Un desorden perfecto por ordenar, sentida,
programando paz para manos incontenibles,
me veo aruñada entre los que van y no vienen,
entre esa búsqueda de equilibrio, que aúlla.
Un baile en una sala rota, sigo en el tren,
desesperada buscando la luna que danza desnuda,
conmigo que eres tú, casi parece que lloramos aquí.

Tengo la lógica infestada y me pongo nerviosa con
manos que golpean a la nada.
Nadando íntimamente entre tus huecos,
siendo la estrella de tu guión desesperado,
tomándome el ron con espacio, vistiéndome por el pelo,
rayando las noches de mi cama vacía y llena de multitud.
La unión de ser helada con tu suerte lunar,
mientras cuentas mis lunares sin tiempo, sin final.
Siguen los zapatos dándome la voz, contagiándome
de tu lenguaje fatal
y yo ¡idiota que llora en estéreo!
Seguiré separada de mi última temporada,
esperaré en las orillas de mis pies y mataré
uno a uno todos mis menos,
esos que a ti te hacen ser más,
más que mis llegadas sospechadas.
Anuncian la última parada de esta lejana ciudad,
me convenzo de que llevo un contagio en la mirada,
ropa de más y un querer plural sin la ese final.











No hay comentarios:

Publicar un comentario